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El portavoz de Unión Portuense, Javier Botella, sale al paso de las declaraciones del portavoz del gobierno municipal, el polémico Javier Bello. Por un lado, ha intentado maquillar con mentiras la nefasta gestión del verano y, por otro, dedicándose al señalamiento público de periodistas que no le compran sus mentiras.

Desde Unión Portuense, no podemos tolerar ni un minuto más que Germán Beardo no dé la cara ante los graves problemas que está padeciendo nuestra ciudad. Además, Beardo se esconde cobardemente tras un portavoz indigno de ostentar el honor de ser concejal y de una concejala de seguridad, que ha demostrado ser incapaz desde el comienzo del mandato.

El último episodio ha sido protagonizado nuevamente por el “insigne” Javier Bello, portavoz del gobierno de Germán Beardo, en el que a través de una nota de prensa ha sacado pecho por la gestión del verano que ha realizado el gobierno de Beardo. Bello no solo se ha dedicado a mentir groseramente, como nos tiene acostumbrado, sino que esta vez ha ido más lejos de la desvergüenza política, profiriendo un ataque personal hacia la profesionalidad de una periodista local.

Le recordamos a Beardo que, desde nuestra formación, hemos solicitado por registro la convocatoria del Pleno de Estado de la Ciudad, como exige el reglamento municipal, para que rinda cuentas, en primera persona, ante los portuenses, como exigen las reglas de la Democracia. 

El portavoz portuense, Javier Botella, comenta al respecto: “No hace falta ser periodista o político para saber que este año ha sido, en materia de seguridad y bienestar de los portuenses y visitantes, el peor verano en la historia reciente de nuestra ciudad. La sensación de inseguridad, al carecer de efectivos de la policía, el descontrol de los botellones, los altercados de orden público, la falta de medidas para controlar los altos índices de la pandemia,  la carencia de socorristas durante el verano, hecho insólito, que conllevó la perdida de las banderas azules, el desorden provocado por la negligente utilización de los patinetes eléctricos, la suciedad en las calles, son realidades incuestionables que cualquier ciudadano y turista ha podido percibir en la ciudad”.

“Por mucho que Bello quiera defenderse escudándose en sectores productivos que han funcionado como la hostelería, es evidente que esto no ha sido gracias a la gestión de Javier Bello o Beardo. Ha sido gracias al sacrificio de empresarios y trabajadores portuenses, que muy al contrario de lo que Bello expone, la realidad es que muchos han visto peligrar sus actividades y han sido perjudicadas durante todo el verano ante el caos instaurado por este gobierno”.

A Beardo se le acumula el listado de nombres a cesar, pero por los intereses generales de la ciudad es imperativo el cese de Marina Peris, por su demostrada incapacidad en sus respectivas áreas —seguridad y personal—, así como el cese fulminante de Javier Bello. Es indigno para nuestra ciudad que un representante público sobrepase la inmoralidad que supone atacar personalmente a un periodista por realizar su trabajo, por la sencilla razón de no escribir al dictado de lo que Beardo quiere.

Entendemos que, para Beardo, ahora que sus redes sociales comienzan a flaquear y ante la continua y creciente critica de los portuenses que día a día evidencian su desastrosa gestión, no sea suficiente con la docena de asesores de comunicación que gestionan para su mayor gloria, su imagen, sino que ha tenido que recurrir con dinero público a otros instrumentos externos, que no son necesarios señalar porque son conocidos por todos, para que intenten blanquear lo que su gran aparato de comunicación se ve incapaz.

Finaliza Javier Botella manifestando que “El gobierno de Germán Beardo jamás ha aceptado las críticas y, por ello, que existan periodistas que hacen su trabajo, basándose en su derecho constitucional de la libertad de prensa, les molesta muchísimo. Sin embargo, han demostrado estar desesperados porque con el amedrentamiento público de una periodista, como inmoralmente ha intentado hacer Javier Bello, han cruzado una línea roja que ningún demócrata debe tolerar”.

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